julio 17, 2013

Cómic Etnocidio de Luis García, la historia del Viejo Oeste desde el punto de vista de los indígenas
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Etnocidio
Dibujos: Luis García
Guiones: L. García - F. H. Cava - J. Olivier
Rotulación: E. Ventura - C. Gimenez
Introducción: Carlo Frabetti
Fotografía: J. C. Kreimer
© Luis García Mozos 1979

Editado por:
Ediciones De La Torre
Augusto Figueroa, 17
Madrid-4

Primera edición: abril de 1979
Número de edición: 06.061

ISBN: 84-85277-60-0
Depósito legal: M. 11.981-1979

Impreso en Artigrafía, S. A.
Tucán, 36 - Madrid-25

Mi amigo y ex colega Roberto Sánchez me trajo desde Santiago un par de regalos: un empastado de 3 Cimocs, justo 3 que no tenía, y un libro del dibujante español Luis García titulado Etnocidio.

Este libro es un álbum que contiene breves relatos gráficos ambientados en el Viejo Oeste, relacionados con el abuso por parte del hombre blanco hacia los indígenas norteamericanos.

Al leerlo no pude sentirme identificado pensando en nuestros ancestros Mapuches y todos los abusos que cometieron los Españoles y los que se siguen cometiendo hoy en día. Cómo con la excusa de civilizar, cuando en realidad en único afán es apoderarse de los recursos naturales, se redujo y se asesinó a los indígenas. Por ejemplo en álbum se grafica que que si los colonos encontraban oro y los indígenas norteamericanos se oponían a que los primeros se establezcan para explotarlo, simplemente se mandaba al ejército para exterminarlos o en el peor de los casos expulsarlos y así saciar el hambre del capitalismo.

El álbum también grafica cómo se argumentó una supuesta superioridad para doblegar sin respeto a las culturas diferentes a las europeo occidentales. Intolerancia que siguen repitiendo en el presente, invadiendo países para quedarse con sus recursos naturales e imponerles su modelo de democracia.

Afortunadamente los tiempos han cambiado, un poco por lo menos, y por lo menos ya hay conciencia de que los conquistadores no eran precisamente los buenos y los "indios salvajes" los malos.

Me gustó mucho este álbum al mostrar el lado B del Viejo Oeste y sería bueno que artistas chilenos hagan obras similares contando las historias del nuestros pueblos indígenas pero desde la perspectiva de como los invadieron y despojaron. Aunque ya hay algunas iniciativas en cómics de este tipo como «Aravco», es necesario que se repitan estas iniciativas pues existe un deuda histórica para con nuestros antepasados indígenas, tanto por los atropellos cometidos en el pasado, como los que se siguen cometiendo.


Imagino esta misma escena, pero con un grupo de Mapuches y como fondo la bandera chilena.

Por último les transcribo la excelente introducción del álbum de García que no puede describir mejor el contenido del mismo:

Introducción

El Hecho de que pese a la especificidad del tema, la «colonización» del oeste americano se haya convertido en uno de los grandes géneros populares de nuestro tiempo, tanto a nivel de subliteratura como de cine e historieta, es un fenómeno sobre el que, pese a haberse hablado mucho, posiblemente queda mucho por decir y casi todo por desmentir.

Se puede invocar como explicación la influencia de la industria subcultural estadounidense sobre el resto del mundo occidental, razón por la cual un tema en principio estrictamente norteamericano se ha convertido en un género de masas a escala internacional; pero esto no basta para explicar el extraordinario auge del western, como no basta para explicar, por ejemplo, el éxito que durante un tiempo tuvieron los filmes y tebeos (a menudo realizados en España) sobre la Segunda Guerra Mundial en que los yanquis eran los buenos y los japoneses los malos.

La explicación profunda del éxito de las películas y comics «de indios y vaqueros» (sólo recientemente el western ha dejado en paz a los pieles rojas) hay que buscarla en el hecho de que la «conquista» del oeste ha sido la última gran «epopeya» de la raza blanca contra otra raza, la última grana maniobra de la invasión y usurpación.

La explicación está, en última instancia, en el racismo y la xenofobia de una sociedad brutal, íntimamente orgullosa de su larga trayectoria de atropellos raciales. Todos los blancos somos algo nazis, a excepción de algunos que los son mucho.

(No olvidamos, en el caso concreto de España, que en los colegios se presenta como héroes a las pandillas de criminales y paranoicos que exterminaron a incas y aztecas con la cruz y la pólvora).

En este contexto, abortar la historieta «de indios» desde una perspectiva crítica, tiene, además de su interés intrínseco, el valor de una réplica, de una reivindicación.

«El único indio bueno es el indio muerto» constituye, a efectos prácticos, una frase de John Wayne más que del coronel Carrington: una brutal sentencia (de muerte) grotescamente amplificada por la mal llamada cultura de masas (que ni es cultura ni de masas, sino contra). Parece, pues, justo y necesario que a nivel de comic se desenmascare el verdadero rostro de la «colonización» americana, tanta veces falseado por este mismo medio.

Y difícilmente se podía hallar para esta oportuna tarea de denuncia y réplica un equipo más idóneo que el formado por Luis García y Felipe Hernández Cava.

El estilo documental, casi fotográfico, de García armoniza perfectamente con el discurso desdramatizado de Cava, donde la información objetiva y la correlación de datos tienen una prioridad absoluta sobre cualquier criterio narrativo convencional encaminado a excitar artificiosamente el interés del lector.

El resultado es, más que historieta en el sentido tradicional, una serie de «retablos informativos», casi estáticos en apariencia, pero dotados de una viva significación, de una dinámica de correlaciones y referencias que suple con ventaja el ritmo narrativo del comic clásico, encaminado a facilitar la identificación del lector, su implicación visceral en un relato «emocionante».

Un observador grosero tal vez piense que estas historietas incurren en maniqueísmo similar -aunque de signo contrario- al del western clásico: sigue habiendo «buenos» y malos», sólo que ahora los primeros son los indios y los segundos los blancos.

La grosería estriba en considerar maniqueísmo toda division en «buenos» y «malos». Hay situaciones en las que realmente, objetivamente, cabe hablar de dos grupos enfrentados como «buenos» y «malos» (o agredidos y agresores, para prescindir de la comillas).

Peter Weiss lo expresó claramente en su montaje teatral sobre la guerra de Vietnam: a un lado del escenario, los vietnamitas, vestidos de blanco inmaculado; al otro lado, los yanquis, siniestros, contorsionados, vestidos de negro. Cuando se le preguntó a Weiss por qué lo había dispuesto así, contestó, sencillamente, que había sido para expresar a nivel plástico de que unos eran los buenos y otros los malos.

Cuando un pueblo «civilizado» utiliza su superioridad técnica para aplastar a una raza «salvaje», no sólo se puede sino que se debe hablar de buenos y malos, y así lo entienden y lo reflejan con sobria contundencia las historietas de Luis García aquí recogidas. Cuantas «atrocidades» pudieran cometer los pieles rojas, hay que cargarlas a la cuenta de los invasores blancos. Ellos y sólo ellos desenterraron las hachas de guerra y encendieron las hogueras de odio en que se siguen forjando la «grandeza» de su miserable nación.

Carlo Frabetti

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